Déjame soñar con una siesta infinita,
con tu pecho de almohada
y al son de tu respirar.

Y dime de viajar a lugares inventados
con callejones hechizados 
y mil batallas por librar.

Y cuéntame que esas historias
tendrán los finales 
que un día dijimos tener tu y yo.

Hoy quise decirte...

Allí estaba ella, y debía de haber estado desde el Lunes, sentada en aquella esquina, escuchando atenta charla tras charla en el aula magna de la facultad, tal y como estaba haciendo yo, hasta que la vi, y no me preguntéis que vi porque ni tan siquiera se podía ver bien el perfil y aunque se hubiera visto, era una chica mas, no era especialmente guapa. Pero ¿qué sistema de selección debe de usar mi cerebro para encandilarse de esa forma de una desconocida?

Yo solo podía pensar en una manera de iniciar una charla, y solo ve llegaban imagines de películas, cosas muy ñoñas. No podía esperar el momento en que acabara la charla y saliésemos de la enorme sala escalonada. Ella estaba lejos, al otro lado, pero pensaba en que quizás si me acercase a ella me vendría la inspiración (o la oportunidad) de poder iniciar una conversación.

Me decía a mi mismo ¡No la mires! y conseguía poner la cabeza al frente un par de segundos, pero nada, al instante vuelta al ejercicio de provocarme la mas estúpida tortícolis. 

De repente acabó la charla y ella salio como volando, pareciera que dos diablillos la quisieran alejar de mi, fue la primera en marcharse y yo no pude mas que llegar a tiempo a una barandilla para verla pasar por debajo mía.

La deje escapar con la confianza de saber que mañana volveré a verla. Cuando salíamos de la facultad y llegamos a la calle allí estaba ella. Esperando al autobús con su increíble pelo largo, sus gafas de pasta, su vestido azul y ese algo mas que parecía estar diciéndome que la quería a ella y a nadie mas. 

Pero nada, fui incapaz ni tan siquiera de pasar cerca suya. Yo soy una persona capaz de hablar con cualquiera, y ademas por los codos, pero con ella no pude. Me aleje de allí sabiéndome un cobarde y sin tener tan claro si quería volver a ver a esa chica mañana, pues me robará otra tarde de observarla y eso, ahora, no se si es un lujo o un castigo.

Yo Moriría por ti

Hay cosas que nunca te diré, que nunca te llegaré a decir pero que las voy a dejar por aquí, en un sitio remoto lejos de que las encuentres... Aunque supongo que el hecho de guardarlo en el fin del mundo, ya implica jugar con la posibilidad de que algún día (remoto también) lo encuentres y leas esto.

El día que te dije adiós, de aquella manera tan fría, no salían lagrimas de mis ojos no por tener un corazón helado, sino porque estaba completamente carbonizado. Te di la imagen de mi que necesitabas ver en ese momento solo para saber que acabarías bien, aun sabiendo con la moneda con la que se me pagaría. Ya conoces de mi devoción por los actos suicidas en cuestión de amores. 

Cuando dije que moriría por ti, no lo decía en un sentido literal pero sí completamente en serio. Y aquella noche a la vuelta de la playa maté a la persona enamorada que era, y de la que guarde algunas cosas y añoro otras. La maté porque te quería tanto que no podía soportar ver como aquel hombre ya no te hacia feliz. A sabiendas de que ningún hombre que yo pudiese ser conseguiría cambiar el hecho de que estabas ausente, a varios metros, en otro lugar...

Andado el tiempo me di cuenta de que el hombre que era estaba enamorado de la mujer que fuiste, pues tu a aquella chica maravillosa ya la habías dejado atrás hacía tiempo sin que lo hubiese advertido. Y para cuando me quise dar cuenta yo ya estaba con otra mujer.

Así que recuerdo aquel tiempo maravilloso como una vida que ya paso, un eterno romance sobre dos almas, hechas la una para la otra, un hombre y una mujer que un día coincidieron en nuestros cuerpos y que, estoy convencido, se siguen buscando sin descanso, pues a aquella pareja, la quitaron de quererse, pero nunca de olvidarse.

Si tan solo me dijeras...

Si me dijeras que todo este embrollo tiene una explicación sencilla... Que debe de haber ocurrido algo ajeno a ti, no se, quizás una llamarada solar que se ha llevado consigo todos los mensajes que no he recibido...


Si me dijeras eso me lo creería, soy muy crédulo si se trata de estar contigo, así yo podría contarte que no pasa un día en el que no hagas una de tus apariciones por mi cabeza, o que me recorre un escalofrío cuando mientan tu nombre y no se decirte un por qué de eso, pero me encantaría pasar el suficiente tiempo a tu lado como para descubrirlo.


Así podría decirte que solo una sonrisa tuya ilusiona mas que abrir un regalo y lo mucho que odio a esa llamarada solar por haber vaciado mi móvil de emoticonos tontos de caritas sonrientes y mensajes de buenas noches.


Pero supongo que ni siquiera recibiré esa maldita respuesta que no me deja avanzar en el tiempo, quizás esa explicación haya llegado al mismo lugar que el resto de tus mensajes... Y tristemente, sin recibir nada tuyo, ya he recibido la peor de las explicaciones posibles, en fin...