NUESTRA MALA CONTABILIDAD

En noches como esta te recuerdo, y hago repaso de todas aquellas cosas que se quedaron en el debe de nuestros encuentros clandestinos. Ojalá pudiera saldar todos los besos que dejé pendientes, todas las mañanas que aunque debieron ser tuyas se esfumaron porque la razón sentó cátedra entre nosotros. Robarle algo de tiempo al tiempo que ya no es nuestro, cambiarme de vida para amanecer a tu lado.

En noches como esta te recuerdo, con la angustia de saber que tu figura vendrá rebotada en más de una ocasión y el miedo de que cualquier ocasión sea la ultima. Pues al menos en mi recuerdo puedo traerte de nuevo delante mía, acercarte lento pero con firmeza y decirte que se nos han quedado en el tintero varias cuestiones importantes que debemos resolver, y al ponerte delante mía, mientras me miras fijamente con esos ojos que buscan grabar los míos en tu memoria, susurrarte al oído que no es así como se graban momentos en el alma, sino besándome una penúltima vez.

Y en mi recuerdo, que como ves evoluciona a ficciones en las que la razón ya no tiene lugar, tu me besas, yo respiro al fin cerca muy cerca tuyo, y comenzamos con paciencia a revisar todo el pendiente de nuestra empresa de amor y  pasión, ajenos a que exista algo mas que nosotros sobre el planeta tierra, sabiendo que al menos, nos arreglamos nosotros.

COMO UNA SALA DE ESPERA DE URGENCIAS

Sabes? me encanta amarte en secreto, que seamos polizones de un amor difícil de entender, pero que haremos crecer en una latita con algodón húmedo, cuidadosamente escondida en un rincón entre tu casa y la mía. Me encanta la sensación de mirarte y saber que aunque en ese instante no es posible, minutos después te daré un beso que estaba loco por llegar a tu boca como el paciente que desespera en una sala de espera de urgencias. Me encanta el momento en el que venzo a tus rebecas tras una feroz lucha y dejo al descubierto un hombro sobre el que clavar mis labios húmedos en señal de conquista, me encanta el ruido que sale de tus entrañas cuando eso sucede, o los mordiscos que se llevan tus labios producto de ese juego de maestros, me encanta saber que por solo un instante, soy el dueño de ese color de piel, y el arquitecto de esos pelos alborotados, me encanta la sensación que me da ver tu empeine de bailarina arqueado y saber que gracias a Dios no me ha echo falta bailar para conseguirlo.

Se que de un momento a otro el maldito reloj anunciará el fin de nuestra guerra, y de nuevo volverán mis besos a guardar cola en una sala de esperas urgencias.