Es difícil escribir con sabor a despedida, la vida te arrebata de mi vera sin mi permiso ni voluntad de disculparse, y tu te preparas para irte y yo para aparentar que no se me romperá el alma cuando te marches... yo, que siempre he sido fuerte a un adiós pues se de la dulzura de un reencuentro, te soñaré muchas noches a mi lado, hablaré al oído del viento para que te aliente en la desdicha y encenderé farolillos en mi corazón para que te alumbren si la cosa se tuerce, pues en mí dejas tu casa, y no cambiaré jamás la cerradura para que vuelvas cuantas veces quieras en esta vida que me regaló tu alegría aquella mañana de un Domingo cualquiera.
Apenas fue un año...
Me da miedo escribir lo que siento, pues te aterrorizaría saber cómo he llegado a quererte en ese tiempo, pero quédate con que te quiero hasta dar miedo. Supongo que te conocí porque te tenía que conocer, al igual que estoy convencido nos cruzaremos en otras vidas, en otros rostros, en una esquina idéntica de una ciudad distinta... y sabré que eres tu, y sabrás que soy yo...
Brindo por lo distintos que somos y lo mía que te siento, brindo por el futuro y porque te depare maravillas, y porque yo las vea, brindo por tí! y te doy las gracias por todo.
Fin del primer capitulo de nuestra historia.
Continuará...